lunes, 7 de junio de 2010

La venganza del Emperador


Juan José Fernández Delgado me dedicaba recientemente su libro “Placas, dedicatorias y estatuas en las calles de Toledo”. Hojeándolo, encontré los seis azulejos en los que en azul sobre blanco se escribió el nombre de Plaza de Padilla. Triste recuerdo de los acontecimientos que vivió la ciudad de Toledo en el marco de la guerra de las comunidades. Cierto es, que podría haber sido peor, pues tras la victoria imperial, se intentó borrar la memoria de nuestros héroes castellanos o en todo caso, cubrirla bajo el manto de la infamia.

Con nuevos aires liberales, el siglo XIX ve como la ciudad quiere restaurar el honor y el recuerdo de los toledanos protagonistas de aquel episodio. En 1821 las autoridades municipales proyectan construir un monumento a los comuneros de Castilla “digno de su gloria”. El diseño de D. Miguel Antonio de Marichalar debía componerse de:

una escalinata de tres gradas, sobre la que se levantaría un pedestal de nueve pies de altura, para recibir un cuerpo ochavado donde se grabasen las inscripciones, terminando con otro circular en el que se asentase principalmente la España de pié, coronada y con lanza en mano, recogiendo en su seno el retrato de Padilla realzado por un viejo con larga barba que simulara el Tiempo, y pisando á otra figura que representase la Maledicencia”.

Son bien conocidos los sucesos que se desarrollan en la ciudad de Toledo y que supondrán el fin del conflicto entre comuneros y realistas.

Entre abril y mayo de 1521, la revuelta se reactivaba en la ciudad. El control, tras la huida de Acuña, lo asume Maria Pacheco la viuda de Padilla, a quien la popularidad del arzobispo había relegado a un segundo plano.

Entre mayo y julio de 1521 los acontecimientos, que se intuyen desfavorables a la Comunidad, hacen creer que Doña María negociará la rendición. El marqués de Villena primero y el prior de la orden de San Juan por quien intercedía Don Esteban Gabriel Merino, arzobispo de Bari, después, serán los protagonistas de estas conversaciones. La invasión francesa de Navarra y la necesidad de concentrar las tropas imperiales en el Norte peninsular, hace que el cerco a la ciudad se debilite. Estos sucesos inducen a creer a los toledanos fieles a la comunidad, que la resistencia puede dar resultados positivos y optan por tomar con más ímpetu las armas para conseguir al menos una tregua provechosa. El 25 de Octubre se firmaba, en este sentido, un acuerdo relativamente favorable a los rebeldes. A corto plazo se ponía, aparentemente, fin al conflicto en el área del Tajo. El 31 de Octubre hacía su entrada en la ciudad el arzobispo de Bari (Barri).

Todo parecía desarrollarse según lo acordado, pero de nuevo la situación da un giro, sea dicho, nada inesperado. La presión de las tropas francesas en el norte disminuía y los firmantes de los acuerdos se mostraron menos prudentes a la hora de manifestar su disconformidad con lo pactado en Octubre.

Así, el 3 de Febrero de 1522 se prende de nuevo la mecha de la rebelión. María Pacheco, que no estaba dispuesta a entregar las armas hasta que el Emperador Carlos V en persona ratificara los acuerdos, y las provocaciones de don Juan de Zumel nuevo corregidor nombrado por los virreyes, quien había recibido ordenes expresas de restablecer por completo el orden en la ciudad, serán los ingredientes necesarios para un nuevo conflicto armado que a la postre supondría la derrota definitiva de los comuneros.

Ese mismo día, sin dilación, el cabildo de la catedral hizo poner en el templo primado dos inscripciones conmemorativas que rezaban de esta manera:

LUNES TRES DIAS DE HEBRERO AÑO DE 1522, DIA DE SANT BLAS, POR LOS MÉRITOS DE LA SACRATÍSIMA VIRGEN NTRA. SRA. EL CLERO DESTA SANTA IGLESIA, Y CABALLEROS Y BUENOS CIUDADANOS CON MANO ARMADA, JUNTAMENTO EL ARZOBISPO DE BARRI QU Á LA SAZON TENIAN LA JUSTICIA, VENCIERON A TODOS LOS QUE CON COLOR DE COMUNIDAD TENIAN LA CIUDAD TYRANIZADA: Y PLUGO Á DIOS QUE ASÍ SE HICIESE EN RECOMPENSA DE LAS MUCHAS INJURIAS QUE Á ESTA SANTA IGLESIA Y Á SUS MINISTROS HABIAN HECHO. Y FUE ESTA DIVINA VICTORIA CAUSA DE LA TOTAL PACIFICACIÓN DESTA CIUDAD Y DE TODO EL REYNO: EN LA QUAL CON MUCHA LEALTAD POR MANO DE LOS DICHOS SEÑORES FUE SERVIDO DIOS Y LA VÍRGEN NTRA. SRA. Y LA MAGESTAD DEL EMPERADOR D. CÁRLOS SIEMPRE AUGUSTO, REY N.S.

Nicolás Maquiavelo decía, en 1513, que “el buen príncipe debe tener la capacidad de manipular situaciones, ayudándose de cuantos medios precise mientras consiga sus fines: lo que vale es el resultado”. Es posible que la persona que mandó pintar dichas inscripciones fuera buen conocedor de la obra del filósofo florentino. No deja de ser paradójico, hasta cómico, diría yo, referirse como “tiranos” a los comuneros.

Tras la huida de Maria Pacheco de la ciudad disfrazada de campesina, el mencionado Juan de Zumel ordenó demoler la casa de Juan de Padilla y sembrar de sal todo el solar para que no crecieran ni las hierbas silvestres. Ordenó además colocar en dicho lugar (hoy plaza de Padilla, antigua plaza de los Tueros) una columna con la siguiente inscripción:

AQUESTA FUE LA CASA DE JUAN DE PADILLA Y DOÑA MARÍA PACHECHO, SU MUJER, EN LA QUAL POR ELLOS É POR OTROS QUE Á SU DAÑADO INTENTO SE ALLEGARON, SE ORDENARON TODOS LOS LEVANTAMIENTOS, ALBOROTOS É TRAICIONES QUE EN ESTA CIBDAD É ESTOS REYNOS SE FICIERON EN DSERVICIO DE SS.MM. LOS AÑOS DE 1521. MANDÓLAS DERRIBAR EL MUI NOBLE D. JUAN DE ZUMEL, OIDOR DE SS.MM. É SU JUSTICIA MAYOR EN ESTA CIBDAB, É POR SU ESPECIAL MANDADO; PORQUE FUERON CONTRA SU REY É REYNA É CONTRA SUS CIBDAB, É LA ENGAÑARON SO COLOR DE BIEN PÚBLICO POR SU INTERESE É AMBICION PARTICULAR, POR LOS MALES QUE EN ELLA SUCEDIERON, É PORQUE DESPUES DEL PASADO PERDON FECHO POR SS.MM. Á LOS VECINOS DE ÉSTA CIBDAB QUE FUERON EN LO SUSODICHO, SE TORNARON Á JUNTAR EN DICHA CASA CON LA DICHA DOÑA MARÍA PACHECO, QUERIENDO TORNAR Á LEVANTAR ESTA CIBDAD É MATAR Á LOS MINISTROS DE JUSTICIA É SERVIDORES DE SS.MM. É SOBRE ELLO PELEARON CON LA DICHA JUSTICIA É PENDON REAL, É FUERON VENCIDOS LOS TRAIDORES: EN LUNES DIA DE SANT BALS TRES DE HEBRERO DE 1522.

Los familiares de Padilla, ya en el reinado de Felipe II pidieron que esta placa se retirara. En su nueva ubicación, el puente de San Martín, se le añadió la siguiente:

ESTE PADRON MANDÓ S. M. QUITAR DE LAS CASAS QUE FUERON DE PERO LOPEZ DE PADILLA, DONDE SOLIA ESTAR, Y PONERLE EN ESTE LUGAR, Y QUE NINGUNA PERSONA SEA OSADA DE LE QUITAR SO PENA DE MUERTE Y PERDIMIENTO DE BIENES.

En 1824, desaparecería definitivamente cualquier muestra del “infame recuerdo” de los comuneros toledanos. En este año, en el lugar donde antaño vivieron los Padilla, se colocó una sencilla lápida, hoy desaparecida, y que rezaba de la siguiente manera:

AQUÍ ESTUVIERON LAS CASAS DE JUAN DE PADILLA, REGIDOR QUE FUE DE ESTA CIUDAD, A CUYA BUENA MEMORIA DEDICAN ESTE MONUMENTO SUS CONCIUDADANOS.

AÑO DE 1836

Enrique Leblic Ramírez

1 comentario:

  1. La inscripción larguísima de la columna que Carlos de Gante ordenó colocar en el solar de las casas de Juan de Padilla y María Pacheco es ya de por sí anticastellana. Los castellanos no nos alargamos tanto y somos más breves. Era una incripción intimadotaria y ejemplarizante para el que osara volver a perturbar mínimamente la Monarquía de los advenedizos Austrias.

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