lunes, 7 de junio de 2010

Peligra el Toledo castellano


Hace escasos días conmemorábamos la derrota de las tropas comuneras en Villalar, un 23 de abril de 1521, fecha que ha quedado como festividad de la Comunidad Autónoma de Castilla y León y que, alguno, celebramos como el Día de toda Castilla. Celebramos ese mismo día la muerte de Cervantes y de Shakespeare, por lo que aprovechamos para festejar el Día del Libro, mientras otros celebran el Día de San Jorge (festividad de Aragón) y aprovechan para regalar rosas y libros.

Es curioso que los telediarios se llenen de libros y rosas, de sanjorges y sanjordis, pero el hecho de Villalar siga pasando desapercibido para los castellanos en general. No sólo para los del sur, que por virtud de las comunidades autónomas hemos olvidado que lo que se conmemora en Villalar es la pérdida de las libertades de Castilla en manos de la dinastía flamenca y la muerte de los capitanes Juan de Padilla (natural de Toledo y Capitán del Ejército comunero), Juan Bravo (natural de Atienza, en Guadalajara, y Capitán de las Milicias de Segovia) y Francisco Maldonado (salmantino y Capitán de las Milicias charras), sino incluso los que viven en la actual Castilla y León y que, viendo la televisión, parece que no existe más fiesta que la venta de rosas y libros en Las Ramblas.

Viene esto a colación porque en nuestro Rincón de la Historia de este número, el profesor de secundaria Enrique Leblic nos recuerda las vicisitudes que ha atravesado la Plaza de Padilla de Toledo, las placas de oprobio o de loa que en ella se han situado y que nos sirve para reclamar, una vez más, la colocación de una estatua en esta Plaza que sirva de homenaje y reconocimiento a todos los Comuneros toledanos, tan olvidados hoy por nuestro Ayuntamiento del que estos comuneros fueron miembros. Existe, enlazando el pasado con el presente, un grupo de internet en Facebook que reclama la colocación de esta estatua y al que todos podemos unirnos para hacer más fuerza.

Y cambiando ligeramente de tema, hace escasamente un mes que hemos vivido en nuestra castellana ciudad las celebraciones de Semana Santa, por desgracia cada vez más “infiltradas” de esa extraña costumbre que observamos los últimos años y que parece querer convertir nuestras procesiones en fiestas andaluzas. Goza la Semana Santa toledana del reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Nacional precisamente porque es única e irrepetible, en sus pasos, en sus cofradías, en sus recorridos procesionales, y por estar considerada como una de las más tradicionales Semana Santa castellana, de recogimiento, silencio y oración. Por desgracia, últimamente algunos se han empeñado en hacer de esta Semana Santa un sucedáneo de las andaluza, y hemos oído voces de “arriba con Ella, hasta que toque el cielo”, a la salida de algunos pasos, alejadísimo del recogimiento casi místico propio de NUESTRA Semana de Pasión. Vaya desde aquí nuestro reproche a quienes quieren cambiar nuestra Semana Santa castellana, silenciosa y recogida, por una extraña Semana Santa andaluza, preciosa para vivir en Andalucía, pero no en Toledo.

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